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Santo, 25 Años de leyenda
Por: Héctor Albores
llustración: Kcidis
Febrero es el mes que se aprovecha para festejar por lo menos por un dÃa a todos los enamorados, cuando bien podrÃa hacerse todo el año, el segundo mes del año también es pretexto para rendirle un justo homenaje a nuestra bandera nacional, cuando bien podrÃa (o deberÃa) hacerse todo el año, pero de igual manera, este perÃodo del año nos sirve para recordar la partida de un ser humano, Rodolfo Guzmán Huerta dejaba el mundo de los vivos para dar paso a una leyenda, la de Santo, el enmascarado de plata.
Escribir una biografÃa del Santo serÃa repetir lo que durante un cuarto de siglo han hecho grandes historiadores y reconocidos maestros de la pluma, sin embargo podemos reconocer grandes logros del Santo, uno de ellos fue la longevidad del personaje, pues como tal duró la difÃcil cifra de ¡¡cuarenta años!! Sin contar el tiempo que duró como Rudy Guzmán o el Murciélago II, dato que es bueno rescatar ya que los Ãdolos actuales se ven seriamente afectados en sus cuerpos con la cuarta parte del tiempo en la que el Santo fue estrella.
El Santo cobraba su sueldo una vez que el preliminarista hacÃa lo propio, era una persona con gran humildad y sentimiento total de compañerismo, de igual manera este glorioso enmascarado preferÃa luchar a la luz de un par de velas antes de cancelar por alguna falla eléctrica.
En una época en donde cualquier color o letra en el equipo de lucha o incluso el parado sobre el cuadrilátero es motivo de demandas por clonación, usurpación o plagios, serÃa impensable el gesto que alguna vez tuvo el Santo para con Irma González a quien solo de palabra le autorizó usar la legendaria máscara plateada para personificar a La Novia del Santo. Gestos como el anterior se repitieron de manera similar al autorizar a luchadores como Zorro Plateado y Estrella Blanca a utilizar prácticamente el mismo diseño de máscara, solo con algunas variantes.
Grandes rivales vieron caer sus aspiraciones de destapar al Santo, incluso hubo momentos que la superioridad técnica de sus oponentes dejaba en manifiesto una desventaja para el Ãdolo de las multitudes, pero su fuerza, su orgullo, el apoyo del público daban las armas necesarias para salir avante en sus más difÃciles compromisos.
Siempre estrella, siempre idolatrado, Rodolfo Guzmán Huerta traspasó la frontera del hombre humilde con carencias para convertirse en la más grande figura luchistica de México, Santo el enmascarado de plata.
Por: Héctor Albores
llustración: Kcidis
Febrero es el mes que se aprovecha para festejar por lo menos por un dÃa a todos los enamorados, cuando bien podrÃa hacerse todo el año, el segundo mes del año también es pretexto para rendirle un justo homenaje a nuestra bandera nacional, cuando bien podrÃa (o deberÃa) hacerse todo el año, pero de igual manera, este perÃodo del año nos sirve para recordar la partida de un ser humano, Rodolfo Guzmán Huerta dejaba el mundo de los vivos para dar paso a una leyenda, la de Santo, el enmascarado de plata.
Escribir una biografÃa del Santo serÃa repetir lo que durante un cuarto de siglo han hecho grandes historiadores y reconocidos maestros de la pluma, sin embargo podemos reconocer grandes logros del Santo, uno de ellos fue la longevidad del personaje, pues como tal duró la difÃcil cifra de ¡¡cuarenta años!! Sin contar el tiempo que duró como Rudy Guzmán o el Murciélago II, dato que es bueno rescatar ya que los Ãdolos actuales se ven seriamente afectados en sus cuerpos con la cuarta parte del tiempo en la que el Santo fue estrella.
El Santo cobraba su sueldo una vez que el preliminarista hacÃa lo propio, era una persona con gran humildad y sentimiento total de compañerismo, de igual manera este glorioso enmascarado preferÃa luchar a la luz de un par de velas antes de cancelar por alguna falla eléctrica.
En una época en donde cualquier color o letra en el equipo de lucha o incluso el parado sobre el cuadrilátero es motivo de demandas por clonación, usurpación o plagios, serÃa impensable el gesto que alguna vez tuvo el Santo para con Irma González a quien solo de palabra le autorizó usar la legendaria máscara plateada para personificar a La Novia del Santo. Gestos como el anterior se repitieron de manera similar al autorizar a luchadores como Zorro Plateado y Estrella Blanca a utilizar prácticamente el mismo diseño de máscara, solo con algunas variantes.
Grandes rivales vieron caer sus aspiraciones de destapar al Santo, incluso hubo momentos que la superioridad técnica de sus oponentes dejaba en manifiesto una desventaja para el Ãdolo de las multitudes, pero su fuerza, su orgullo, el apoyo del público daban las armas necesarias para salir avante en sus más difÃciles compromisos.
Siempre estrella, siempre idolatrado, Rodolfo Guzmán Huerta traspasó la frontera del hombre humilde con carencias para convertirse en la más grande figura luchistica de México, Santo el enmascarado de plata.