Texto y fotos: Diego Mejía Eguiluz

Para los aficionados a la lucha libre, noviembre es uno de los meses más esperados, pues con él llega el tradicional Castillo del Terror, donde diez de los gladiadores más importantes del Grupo Internacional Revolución exponen su incógnita en una lucha en jaula.

Como es costumbre, los contendientes debían enfrentarse entre sí durante diez minutos antes de poder emprender la huida que los llevara a salvar la capucha. En esta ocasión, y a diferencia de años anteriores, para que el escape se diera por bueno, no bastaba con llegar a la cima y salir de la jaula: había que tocar con los pies la tarima de protección.

Alianzas y traiciones se dieron en esta lucha en jaula, hubo máscaras rotas e incluso alguna que otra acción ilegal como amarrar al contrincante a la reja, pero una vez transcurridos los diez minutos, la consigna era abandonar la jaula a como diera lugar.

Casi al mismo tiempo, Hijo del Pantera y Astro (antes conocido como Astro Rey jr.) fueron los primeros en salvarse de la quema, seguidos de Trauma II, Súper Nova y Trauma I. Rayan aprovechó que nadie le puso atención y se convirtió en el sexto salvado, seguido del peligroso rudo Canis Lupus. En el enrejado quedaron Rafy, Golpeador y Golden Magic dispuestos a dejar la vida, con tal de conservar la incógnita.

Las emociones llegaron al máximo cuando Golpeador llegó a la cima y fue alcanzado por los dos técnicos, quienes no le permitieron emprender el descenso. Los tres gladiadores colgaban de la reja y fue Rafy quien logró bajar para salvar su identidad. Mientras tanto, en la ceja del ring quedaban Golpeador y Golden Magic en un fuerte duelo de raquetazos, tratando de minar la resistencia del oponente. En una maniobra desesperada, Golpeador lanza un golde de antebrazo y se deja caer de la ceja, y un segundo después Golden Magic hace lo propio. Pese a que los pies de Golpeador tocaron primero la tarima, el réferi Reyes Rosas se acerca a ambos gladiadores y para sorpresa de todos decreta como triunfador a Golden Magic, provocando la molestia entre el público.